Tuesday, May 24, 2005

el olor entre las piernas, cap. 23 la maldicion del semen o porque nunca voy a llegar a ser budista

EL OLOR ENTRE LAS PIERNAS
CAP. 23
LA MALDICIÓN DEL SEMEN O POR QUÉ NUNCA VOY A LLEGAR A SER BUDISTA


Creo que tiene que ver con las distintas formas que tienen los penes. A las feministas que me perdonen lo falocéntrico de esta columna, pero me lo tengo que sacar del sistema. Las penes curveados cuando están erectos me hacen la boca agua. Soy asiduo fanático de la pornografía, específicamente de las películas gay de la compañía Treasure Island, cuyos “actores” se dedican a tener sexo bareback, a hacer cosas bien puercas como fistings, felchings y snowballing entre otros. Todavía no digiero muy bien los watersports, y espero nunca poder hacerlo, gracias y buenas noches.

Decía que la pornografía, de la cual nadie todavía ha dicho algo bueno que valga la pena decir y leer, es como una taquilla barata a la petite morte, pero es más que eso. Hay algo de belleza artística en la selección de los cuerpos, las caras, las sonrisas que serán bañadas de semen, los ojos que revelan unas ansias de tener sexo casi animalísticas, los oídos que se ponen rojos junto con las caras, esa rojedad me acuerda mucho la trilogía de Anne Rice de Sleeping Beauty que todo escritor debe leer, junto con las dos novelas bellacas de Mayra Montero, en fin que hay algo bello que nos acerca al aspecto más impermanente del alma humana, que creo que no tengo que decir que es el sexo. Y hay algo más allá del mero voyeurismo, una satisfacción en ver esos rostros enrojecidos de la vergüenza y la humillación ante las cámaras, vergüenza y humillación a las que uno accede por sexo, ante los actos más deplorables pero más satisfactorios de la gama sexual humana. Porque no hay nada más humillante que le unten manteca de cerdo a uno en el culo, y que se lo vayan abriendo hasta que el puño del verdugo penetre completo hasta el codo. Y sin embargo, es una de las prácticas más regocijantes del sexo. En fin, que en esos rostros humillados hay belleza, de la artística. Que ahora no me caigan los chinches de la gente ultraconser, que no me caigan arriba diciéndome que qué horror, que ¿cómo puede la pornografía ser arte? Yo sólo puedo decir que personalmente, tengo la habilidad mutante de encontrar arte donde los demás no lo ven.

Alguna vez quise participar en una película porno. Creo que en determinado momento es el sueño de todo hombre gay en sus años de “formación”. Ahora viene y caen los chinches otra vez. No sé por qué nunca lo hice, debe ser porque en mi mente, la ocupación de “bañista” me inducía la fantasía de una película porno. Debe ser por el clichoso “¿y si nos cogen en el acto?”. Pero todo esto es una razón más por la cual sólo puedo incorporar aspectos del budismo en mi vida, pero no puedo ser budista del todo. No tengo esa fe que se necesita para soportar, tan sólo la primera de las cuatro verdades del óctuple camino: la conducta correcta. ¿Qué es eso? Que el Dalai Lama me lo defina, porque yo de por sí no entiendo cómo es posible que un budista pueda llegar a ser el DL (que presupone en las mentes de algunos que este hombre ha terminado su ciclo de reencarnación), y que aún así sus posturas sean exclusivistas, aún con la supuesta simpatía hacia otras religiones. En una entrevista que le hizo el Sr. Cabezón (sí, no se rían, ese es el nombre del periodista, puedo probarlo, lo juro) al Dalai Lama, éste último dijo que sólo los budistas, y dentro de los budistas, la rama yogakana, pueden alcanzar la “liberación”, o sea en cristiano, la salvación. O sea, más exclusivismo, otra de las razones por las cuales nunca podré ser un buen budista. Sin embargo, Kwan Yin todavía me sonríe desde su postura de lotus, muy estatua ella, sentadita tranquilita en mi biblioteca. Kwan Yin no tiene pene, porque es una diosa, y muy feminista, para que lo sepan. Lo digo irónicamente, porque no creo que haya ser feminista que pueda ser diosa de la misericordia.

He decidido renovar mis lecturas de Anne Rice. Al carajo la búsqueda de lo sacrosanto (como en el discurso de la huelga de la IUPI, pero esta vez, no lo sacrosanto de la universidad). Griffiths, Vivekananda, Alston, Ducasse y el Dalai Lama me la traen atónita y perpleja. Y muy hecha cantos. Al carajo Nazinger como nuevo Papa y su Introducción al cristianismo, que no es otra cosa que una manera más de introducirte el cristianismo por el culo. Me tienen harto todos, asimismo la maldición del semen, porque ese es el precio a pagar cuando se es tan asiduo a la pornografía como yo: estar condenados a ver la leche correr, una y otra, y otra, y otra vez, como un círculo kármico que jamás terminará, hasta que yo sea el próximo Dalai Lama.

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