Monday, April 09, 2007

El Olor entre las piernas, cap. 88 La naturaleza del fuego

El olor entre las piernas, cap. 88

La naturaleza del fuego

Llegó el tiempo que más odio del año: la Cuaresma, y con ella los fuegos del Sur y la insoportable Semana Santa. Detesto esta época seca, en el que la gente no come carne pero no se cuestiona por qué parar de comer carne roja, pero no parar de beber cerveza en Oreste’s II, en el Doble Seis, en La Guitarra y ese otro chinchorro que queda cerca de la gasolinera el Económico. Estos son tiempos secos y el sol le da al vidrio de las botellas de Heineken como grandes montos de verde artificial descubiertos por el fuego que no consume todo, tiempos secos que agotan toda posibilidad de humedad alguna arribada del mar, y se desata un fuego, dos fuegos, 37, que son los que van en lo que va del año. Y se me ocurre que este es un año de sangre, que como los casi más de 150 asesinatos registrados en lo que va del pobre 2007, cada incendio es más que una cicatriz negra en la tierra, es una muerte. Con cada fuego se mueren y embrutecen de 100 a 200 cerebros.

Esta semana ha probado ser insufrible. El lunes me tiré para la plaza de Coamo a conectarme al Internet por la noche. Los católicos estaban revolcaos con el vía crucis y no había quién aguantara las letanías y los coros desafinados que salían vomitados por el portal de la iglesia. Aparte de eso, esta semana he escuchado gente “respetable”, altas y prominentes figuras dentro del cristianismo paisano decir las sandeces más ridículas, y sobre ello puedo escribir un poema triste esta noche. En realidad no entiendo a los cristianos. ¿Acaso cuando aceptan a Cristo como redentor o salvador hacen un pacto con él para dejar sus cerebros fuera de la ecuación? ¿Acaso el precio de la salvación es la entrega o el secuestro de nuestra razón y pensamiento crítico? ¿Es que ahora la fe es sinónimo de rubia cabeza hueca con guindalejo de Juan 23 al cuello? Sigo pensando que es el fuego que nos tiene así, y que lo peor que se pudo hacer fue bregar con el Código Civil en Cuaresma.

Decía Don Eugenio María de Hostos que la educación es la antítesis de la barbarie, y todos sabemos que el fanatismo religioso es una de las cosas que nos quedan de ese pasado bárbaro y tribal. También afirmaba que la educación debe fomentar en el individuo el desarrollo de su capacidad de raciocinio, su pensamiento crítico y un buen conjunto de valores. Él nunca dijo que lo de los valores le tocaba a la Iglesia, y creo que en ello fue visionario, porque tiene razón. La Iglesia es una agencia socializadora, pero no educadora, no puede tener a su cargo la educación -a menos que se trate de sacerdotes jesuitas-, porque hay un claro conflicto de intereses. Pero a Don Eugenio, como buen filósofo, la visión se le quedó corta en todo lo demás. Probablemente, mi querido Hostos nunca se imaginó que no llegaría a ser profeta en su propia tierra, ni que a su gente le importaría un coño su filosofía –que es tan sabia como sabia es la ciudad casi hundida de Venecia-. Y es que en un país de llamarada lo que importa es tener la oportunidad, en algún momento de nuestras vidas, de quemar al otro, al marginado, al desprotegido por Dios –y que debe permanecer desprotegido por él para que aprenda a no ser pecador-, en fin, aquéllos muchos que serán defendidos por el nuevo Código Civil. Los otros, los que cargamos con la otredad no tenemos derechos civiles dicen los católicos, los pentecostales, bautistas, Testigos de Jehová, y demás cristianos de la extrema y no tan extrema derecha. Yo me pregunto, sin embargo, si el fuego consumió o no a los “otros” cristianos…
Y es que si dios nos hizo a su imagen, puede venir cualquier pendejo imbécil con malas intenciones, como nuestro Arzobispo de San Juan Roberto González Nieves –que dicen las malas lenguas capitalinas que secretamente comparte con un amante homosexual y que es botona-, y decirnos que Dios es nuestro espejo y que al mirarnos en él, en vez de ver lo que nos falta para lograr la perfección, somos Dios. Terminan creyéndose tal. Ya lo digo, es el fuego el que se llevó sus mentes al carajo.

Esto del Código Civil ha traído cola de novia, y la que falta, una cola como lenguas de fuego del más cabrón de todos los incendios del sur registrados durante este año: el de antes de Coto Laurel, en dirección a Ponce, por donde los chamaquitos “escrambean” motora. ¡Qué mucha mierda han hablado los Pokemones religiosos de este país! ¡Qué poca capacidad de análisis y pensamiento crítico hay en esta ínsula tan extraña! ¡O puñeta, que alguien me diga dónde carajo está la gente pensadora de este país y qué puñeta están haciendo los periódicos que no están publicando esas cartas! Yo me incluyo entre los morones de este país, porque admito que el fuego se ha llevado, no mi cerebro, pero sí mi voz. Porque ya perdí la cuenta de cuántas cartas le he enviado a la Nanny Torres de El Nuevo Día y que nunca me han publicado. Las pocas voces racionales se apagan demasiado rápido por el fervor hueco de los monjes de rapiña puertorriqueños. Tuvo El Nuevo Día que hacer una revista dedicada al ateísmo (tuvo que ponerse esa coartada, ese disfraz) para que se nos diera alguito de voz a nosotros los disidentes. Tuvo que publicar ayer 4 de abril, el Dr. Antonio Fernós, Catedrático de Derecho una columna magistral, otorgando una bella, merecida y tan formidable cátedra sobre la separación de Iglesia y Estado, para poder “jamaquear” las conciencias huecas de muchos, embrutecidas por tanto sol y tanto fuego provocado por tanta botella de Heineken tirada a las orillas de las carreteras y en los montes.

Lo único sabio e interesante que el homofóbico de mi profesor de Fundamentos Filosóficos de la Educación, el Excelentísimo Dr. César Cedeño ha dicho en lo que va de semestre es que “hay mucha más gente buena que mala en este mundo. Lo que pasa es que la gente mala recibe más publicidad”. Y yo me pregunto: ¿dónde están los verdaderos cristianos de este país, los no practicantes, los buenos cristianos, que son la mayoría y no esta minoría que se la pasan detrás del culo del homosexual tapado que tenemos por arzobispo de San Juan y los seniles Raschke y Font? ¿Dónde está esa gente linda que nunca te predica lo que son, que ni siquiera te dicen “Dios te bendiga”, pero que tienen firmemente adherido a su DNA el servir a los demás, el dar la vida por otros, el amor a los demás y a la Tierra –porque entienden, como entiendo yo, que más importante es la Tierra que Cristo mismo, porque la Tierra fue el primer regalo que nos hizo Dios-, dónde está la voz de esos cristianos chulos y cool que se viven su cristianismo en la elocuencia del silencio, sin gritarle su santidad a los 4 vientos, esperando a que otros se unan a la orgía de gritos a ver quién grita más y por ende, quién es más santo? Yo les voy a decir donde están: encerrados en sus casas, súper tranquilos y seguros de sí mismos, atendiendo a sus familias saludablemente funcionales y viviendo sus vidas sin meterse en las de los demás. De esto estoy seguro como seguramente, seguros están ellos de que su fe es fe y no conocimiento, porque el conocimiento se queda corto para entender a Dios y emprender su busca, tanto como la fe se queda bruta a la hora de entender las leyes que gobiernan el mundo y al mundo mismo. Probablemente no dicen nada sobre el nuevo Código Civil porque no les incomoda, porque no tiene por qué incomodarlos, porque el Código los beneficia a ellos también, porque el Código es para todos. El fuego embrutecedor de mentes no los toca, aunque la amenaza les cae encima también y por ello, callan, aunque son la mayoría, porque su miedo es distinto al de los cristianos gritones y chillones, porque su miedo es que éstos últimos se queden con las riendas de un país que ya de por sí parece arroz con mierda. Pero yo les aseguro a estos cristianos cool, que no tienen nada que temer porque aún en un arroz con culo cagao puede reinar la razón. Miedo debe tener la minoría cristiana que se cree que puede huir de una facultad con la que nacieron. Se podrán rehusar a usar su razón, pero no pueden, ni podrán jamás huir de ésta.

A los cristianos chillones que hacen crujir sus dientes cada vez que la ley da un paso en adelante –digamos una vez cada siglo…-, les digo que si quieren que sus respectivas sectas y doctrinas sean reconocidas como CONOCIMIENTO, se les tiene que exigir que defiendan estas doctrinas y sectas con argumentos sólidos, intelectuales y articulados. Si quieren estar a la altura de la razón, tienen que empezar a usarla; con argumentos pendejos de que si la Biblia dice o dejó de decir no van para ningún lado. Y buena suerte les deseo, en semejante empresa, porque es harto sabido que vivimos en un mundo en el que se reconoce que el predicamento que establece que la religión es fuente de conocimiento alguno, así como la fe y las doctrinas, es un predicamento imposible e inverosímil. A ver cómo carajo van a defender su postura.

Finalmente, a todos los cristianos le dice este humilde homosexual servidor, que nosotros no queremos casarnos por la Iglesia. No creo realmente, que alguien que tenga dos dedos de frente quiera casarse en sus iglesias, salones del reino y templos cagados de oro y plata, mercaderes y mierda de paloma. Sólo queremos tener algo que nos asegure que también somos personas, y que somos más fuertes que el fuego.