Tuesday, August 30, 2005

El olor entre las piernas, cap. 49 Bichotes

El olor entre las piernas
Cap. 49
Bichotes

Mientras yo renovaba mi plan médico, en Río Piedras enterraban a uno de los “bichotes” más grandes de Coamo y Santa Isabel. Sucede que el bichote murió escudando a quien realmente iban a matar a tiros los “otros cacos”. El otro tipo resultó ileso. El entierro se dio de la siguiente forma.

El cementerio Santa Catalina de Coamo fue rodeado por guardias con armas largas, helicópteros y patrullas con perros, mientras desde la funeraria, el féretro del bichote era cargado por otros bichotes que eran sus panas, a pie, hasta el cementerio. Detengámonos un momento en la descripción del féretro. Me dice mi pariente que el mismo había costado más de $10,000 y que era en madera de cerezo con detalles en oro. Más del mismo bling bling si me preguntan. Dicen que los bichotes, hombretones machos de muy varonil calaña se arrojaban sobre el féretro, llorando como “niñas” (que me perdonen las feministas, por favor), gritando su nombre y diciendo que “esto no se va a quedar así”. Dicen que más de la mitad de Coamo dijo presente en el entierro, y cuando me dijeron esto, no pude más que pensar que la oscuridad se apodera del cielo, y que las fuerzas del mal se desatan para traernos los escalofríos que vienen cuando un pueblo de gente buena cae en las garras de los maleantes y las balas perdidas. A lo mejor esto es demasiado bíblico, y no tan profético, pero a mi me da grima que este pueblo se vaya a convertir en dominio de Al Capone’s wannabes, y de que pronto tengamos que buscar mejores empleos para rendir tributo a maleantes que supuestamente estarán dando rondas para proteger nuestros hogares y nuestros negocios. Pinta mal la cosa.

De vuelta al entierro, lo más genial de todo esto, si acaso lo único, fue el discurso del bichote que estaba supuesto a morir.

-Yo lo único que quiero decir es que el bien y el mal son relativos. No importa la que usted haga, a nadie le importa si es bueno o malo, mientras uno lo haga bien. El bien y el mal no existen, sólo las cosas que se hacen bien o se hacen mal. Y que todo el mundo sepa que esto no se queda así. El que hizo esto, que sepa que las va a pagar.

Yo me imagino que nadie entonó Oh Happy Day después de eso. ¿Cómo hacerlo? Si cuando le dije a mi pariente que quería escribir algo sobre lo sucedido me preguntó para qué, que con qué propósito, que por favor no pusiera nombres, que la calle está mala, que los otros días soltaron a uno de los Martínez de Santa Isabela, que las cosas se están poniendo malas, que no hay por qué agitar más la mierda. A lo mejor tiene razón mi pariente. El verano está demasiado caliente. Especialmente en este solsticio tan ridículo e inmisericorde.

2 comments:

said...

..de repente, viaje a mis anhos de escuela superior en rio piedras..cuantas memorias, jaja...

Yolanda Arroyo Pizarro said...

Los bichotes eran una raza proliferante cuando me criaba, y veo, con pesar, que sigue en aumento.

Un abrazo que abrigue y te cuidas.