Saturday, September 06, 2008

Diario de una puta humilde, cap. 7 Los baños de Coamo

Diario de una puta humilde
Cap. 7 Los baños de Coamo

Dicen que Puerto Rico tuvo momentos de gloria en los que existían cines porno y lugares de cruising gay que la policía respetaba. Obviamente, a esos tiempos les sucedió la época de puritanismo santurrón que tenemos ahora. Me da grima pensar hasta qué punto llegaremos la gente gay en busca de lugares en donde tener un sexo feliz.

Los baños de Coamo cerraron. Me dice uno de mis mejores amigos, al que no oficialmente llaman “el alcalde” por sus influencias políticas en el ala roja del sur, que cuando reinauguren los baños, no será lo mismo porque tendrá vigilancia las 24 horas del día. Así que solamente me queda rememorar los momentos de grandeza que pasé allí durante las miles de noches de insomnio.

Recuerdo dos ocasiones particulares: una de gran placer, la otra de gran vergüenza. Era un jueves por la madrugada. Llegué al lugar en solamente calzoncillos blancos y una gorra. Había muchos carros. Me bajé y caminé hacia las piscinas. A ninguno de los hombres le estuvo raro verme en calzoncillos que reflejaban la luz de la luna y una gorra que no lo hacía.

En el último minuto, decidí no ir a las piscinas, porque había visto movimientos de gente debajo del gran árbol al lado de las letrinas. Decidí investigar.

Debió haber una cantidad de 18 o 19 hombres que no sabían que hacer entre sí. No tenían química. Llegué y me saqué el huevo. Este cuento termina conmigo en cuatro, picado por hormigas en los brazos, y cogiendo por el culo, los 18 0 19 cabrones en fila india esperando su turno y echándome la leche en la cara. Se me fue una caja entera de 24 condones. Fue hermoso.

La otra ocasión me da un poco de trabajo narrar. Tiene que ver con el VIH y la falta de condones. Dos muchachos me penetraron, uno de Guánica, el otro de Santa Isabel. Me cayeron tan bien que decidí darles mi teléfono y entablar una amistad. Dos semanas después, el de Guánica me llamó para insultarme porque no le había dicho de mi estado seropositivo. Me dijo que pasó un infierno de dos semanas en lo que llegaba el resultado de su prueba de vih, el cual llegó negativo.

En momentos como ése, no importa lo que digas: puedes tener la variante del vih más pendeja de las existentes, puedes tener el virus indetectable, puedes no ser resistente a ningún medicamento, y no importa, porque has ocultado la verdad, una verdad que el otro tenía derecho a saber antes de decidir si quería chingar contigo. Me dijo también que no volviera al lugar, que ya se estaba comentando mi nombre y que no me convenía.

Nunca más volví, de más está decirlo. Y no puedo dejar de sentir algo de alegría de que ese punto de jangueo este cerrado y que la joda se haya acabado para todos los que disfrutábamos del lugar. Me siento egoísta, pero este es uno de esos raros casos en los que si uno no puede disfrutar que no disfrute nadie.

1 comment:

Lucca Nazario said...

Que fuerte! quien es la puta? a poco no me digas que todas estas historias son tuyas de verdad? Bueno sea cierto o no tus letras fluyen en muy buena onda y sencilles bonita. Great work. Besos