El olor entre las piernas, cap. 96
Espiral final
He decidido retomar esta bitácora tan extraña. Había pensado seguir hablando de la ciudad y sus espacios, la ciudad y la gente que vive en ella. Pero tengo qeu admitir que me he dejado tragar por las ciudades. Este blog comienza ahora con una nueva etapa de mi vida que se llamará "Confesiones de una humilde puta en recovery".
Pienso que fui bastante honesto con "El olor entre las piernas", pero confieso que edité demasiado por miedo a muchas cosas. Lo que viene ahora es desnudez total, y esto debería contarse como primer capítulo. Recuerdo las palabras de Mayra Santos en aquella fatídica primera clase: "si no se es honesto, uno no se debería molestar en escribir". Cuán ciertas esas palabras!
Así que va el primer entry:
Confesiones de una humilde puta
28 de agosto de 2008
He tocado fondo. Mi pareja me cogió con las manos en la masa, chingando con un tipo en el monte, en el Monumento del Gíbaro, en dirección a Ponce. Le mentí, y descaradamente traté de salirme con la mía mintiéndole más. Son una persona asquerosa.
El consabido espacio consta de un gran estacionamiento y tres posibles "lugares de entretenimiento y cruceo". Mi pareja me cogió en el acto. Yo yo me siento como una mierda, como debería sentirme.
Llevo cinco años con mi pareja y él nunca se había dado cuenta de mis andadas por el lado. Qué bueno que ahora lo sabe. Aunque haya tratado de mentirle en la cara. Ahora sólo me queda pagar la deuda. Y comenzaré con la mayor honestidad que puedo tener en este momento tan difícil en mi vida: soy una puta. Una puta despiadada, un hustler malo, pero humilde. Reconozco lo mal que actué y puedo verlo en los siguientes niveles:
1. Mi pareja me ha dado alojamiento en estos últimos años sin cobrarme nada.
2. Soy VIH+ y a él, siendo negativo, jamáss le ha importado.
3. Siempre ha estado ahí para mí en todo momento.
4. Me ha complacido en prácticamente todo.
5. Es un GRAN amante en la cama.
6. Me ha dado de comer y ha pagado mis deudas cuando yo no he podido valerme por mí mismo.
7. En fin, es un gran tipo, quien aún sabiendo lo que hice, aún después de tratar de mentirle para salir del apuro, me dijo que me podía quedar en la casa, que me seguiría ayudando y que ni siquiera tenía que dormir en otra cama, que podíamos dormir juntos, pero para diferentes lados y que no lo tocara, porque él necesita tiempo.
No queda más que decir que soy un asco de persona. Sobreviví todo tipo de abusos cuando pequeño: físico, emocional y sexual. Pero ahí está el problema. El que escribe este diario no es un niño ya, sino un hombre de 28 años, hecho y derecho que no tiene por qué seguir castigándose y destruyéndose por cosas que no se mereció cuando niño. Ya basta. Sobreviví el abuso. Ahora hay que vivir.
Así que mi plan ahora es escribir hasta que la sangre salga de las llemas de mis dedos. Quiero hacerlo con la mayor honestidad del mundo. Para que duela. Para encontrar regocijo en el dolor, como Harry Potter en el último libro, cuando muere Dobby salvando su vida: él coge una pala y cava la tumba del elfo, sin palabras de magia ni varitas mágicas, sino con una pala y sus propias manos y sudor. Eso, así lo haré, con el dolor a cuestas, porque finalmente, después de tantos años negando y echando a un lado todo lo bueno que la vida me ha ofrecido, por el sólo deporte de castigarme, finalmente ahora, he perdido lo más preciado que tenía: Jerry. Ahora sólo resta subir, luego de tan asqueante fondo.
A lo mejor este entry no es tan poético o literario como las entradas anteriores de este blog, pero siento que voy por buen camino hacia algo honesto. Después de todo, la honestidad se trata del contenido. No hay honestidad en la forma.
Sinceramente,
David Caleb Acevedo
Thursday, August 28, 2008
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