Sunday, March 11, 2007

El olor entre las piernas, Cap. 86 Britney

El olor entre las piernas, Cap. 86 Britney

A mí Britney Spears me da miedo. Y mucha risa. Tengo que confesar que cuando leí sobre su atentado suicida, me encontraba en Centro Médico esperando que me atendieran. Llevaba desde las 5:05am en el hospital. Eran las 2:57pm y todavía no me había atendido. Leer la noticia de Britney una y otra vez fue lo único que evitó que me volviera loco ese día. Leía una y otra vez que Britney se había tratado de tatuar el número 666 en la cabeza, que ya tenía afeitada desde que ingresó en la clínica desintoxicadora de estrellas cinco estrellas en Malibú, pero que sólo consiguió tatuarse el 66, y que frustrada, salió corriendo y gritando que ella era el Anticristo. Me imagino que el Anticristo del patio, el tipejo ese de Ponce, quien seguramente se jacta de que Ponce es Ponce, y él es él, se enfureció, y probablemente salió a tatuarse el 666 en el culo, que creo que es donde le falta.

A mí estas cosas de cultos satánicos y gente que se proclama el Anticristo, me causo alguito de miedo el parte más atrás de mi cerebro. Debe ser que todavía me creo el cuento Testigo de Jehová de que “este sistema de cosas se está acabando”, o que “el Armagedón está por venir”. Debe ser que cada vez veo cómo la gente que no piensa es la que sube al poder, la gente que realmente no tiene valores son los que están en puestos encumbrados, y me pregunto yo, si la muerte de Anna Nicole Smith tendrá algo de profético.

Ayer, un día después de la saga de Centro Médico, fui al oficina del correo. De camino, había unos muchachitos de la escuela superior de más arriba del correo, tratando de bregar con una goma vacía. Me estacioné, me bajé del carro, abrí el baúl, y cogí mi gato y las llaves para operarlo. Fui adonde ellos. El dueño del carro, un nene de cuarto año, y sus cuatro amiguitos, que estaban cogiendo pon con él, se encontraban tratando de cambiar una goma vacía. Pero cuando me di cuenta, el carrito tenía en realidad tres gomas vacías. Demás está decir que me puse a ayudarlos, quitando las gomas una a una, y llevándolas a la gasolinera, que se encontraba localizada en la esquina de ese bloque, en la luz a mano izquierda. Sucede que una de las gomas no tenía remedio, porque hay una pega que sella la goma al aro, para que el aire no se escape, y esa pega se había salido, lo cual encontré también muy profético, y muy macrometafórico. Pero las otras dos gomas estaban bien, y la que estaba jodida la montamos en el baúl del carro, y la cambiamos por la repuesta. En ese proceso, pasó un hombre mayor en un carro y nos gritó que nos moviéramos “pal’ carajo porque estábamos en el cabrón medio”. Yo le grité que se bajara del carro y que me lo dijera de frente. El tipo se fue callado. Luego vino un policía municipal y repitió la hazaña del viejo cabrón. Yo le dije que por qué nos quejábamos tanto los adultos que la juventud no tiene valores, si nosotros no se los enseñamos, porque es precisamente en este tipo de situaciones en las que uno aprovecha y enseña cómo se hacen bien las cosas. Yo entiendo que los valores más importantes de esta sociedad son los siguientes: el amor, la paz, la justicia social, la igualdad y la solidaridad. En el amor hay muchos otros valores contenidos, pero aquí en la isla, y en la madre tierra estadounidense, mucha gente se llena la boca hablando de la tolerancia, y a mí me da grima. La tolerancia a mí me parece un valor muy pendejo. Es frágil y truculento. Yo prefiero la aceptación y la solidaridad. No es suficiente tolerar a los demás, sean homosexuales, lesbianas, prostitutas, católicos (que bastante joden ya de por sí), Testigos de Jehová (ditto), pentecostales (ditto), drogadictos, narcos, blancos, negros, supuestamente-indios, etc. Hay que hacer más, incluso con la supuesta tolerancia generacional que debemos tener. Hay que aceptarlos, porque este mundo será pequeño, pero hay espacio para todos, para los de mediana edad, para los niños, para los viejos, y para los jóvenes. Me tuve que quedar callado, porque el policía tenía cara de que su mujer no le había dado el canto la noche anterior, y parecía que iba a cometer un acto de brutalidad policíaca y yo no me iba a prestar para ello. Seguí cambiando la goma y cuando terminé, acabé engrasado de pies a cabeza, pero me veía sexy, y el muchachito me lo agradeció con un alivio profundo, que se le podía ver en los ojos.

Anna Nicole Smith estiró la pata. A Britney parece que le afectó que su amiga muriera. Salió gritando que quería que Kevin Federline volviera con ella y le diera otro hijo. Pero también gritó que era hija del demonio, aunque se quedó en 66. ¿Qué podemos aprender es esto? Nada. ¿Qué puñeta se puede aprender de todo esto?

2 comments:

jolywudense said...

me encanta cuando cuentas historias cotidianas de cositas que te pasaron por ahi por los pueblos. estoy fuera de puerto rico y leer eso me trae nostalgia. sigue ahi mano; por lo menos en mi tienes un lector fiel.

nuh ibn zbigniew gondek said...

Just surfed in.

Paz, salaam,

nuh ibn