El olor entre las piernas, cap. 77
La incomodidad: Pinky o las aberraciones sexuales del vecino del frente
Sucede que ya no puedo darme el paseo de rigor semanal por Plaza las Américas, porque ya no vivo en San Juan. He decidido cerrar la parte dos de este libro, sin saber si habrá una parte tres, con este escrito. Una semana antes de mudarme fui a Plaza, a pagar mi celular. Me estuvo curioso este gordito vestido extremadamente caco, que tenía un CD player, y le estaba cantando una cancion a la muchacha de la carreta frente a Suncom y a la tienda de Agatha Ruiz de la Prada. "Pinky", como lo he apodado, uno, porque no sé cómo se llama, y dos, porque tenía una bata, perdón, una camisa rosada; le rapeaba a la muchacha, sin dejarla trabajar. La pobre tenía la piel del color de una hormiga brava, y hablaba por teléfono sin parar, o por lo menos, pretendía hacerlo muy bien, creo que tratando de ignorar a Pinky, pero no lo lograba. Cuando no pudo más, la chica llamó a Seguridad, y vinieron dos rangers a sacar al tipo de allí.
-¡No lo saquen! -gritó una señora mayor, a quien probablemente le pareció nice y una vuelta al romanticismo del ayer la escenita del tipo.
Yo confieso una reverenda incomodidad cada vez que veo a Pinky en mi camino. Luego de eso, lo vi frente al MacDonald's del primer piso. Le rapeaba a las dos muchachas de America OnLine, mientras el muchacho de America Online se reía sin parar. El tipo era blanco, bien alto, como de 6'3", bastante rubión, un rubio casero, como le digo yo a los que son rubios de verdad, pero del patio, con el pelo en un falso mohawk, que le quedaba cabrón. Y yo me preguntaba si el chamaco se reía porque le parecía romántica la escenita de Pinky, o porque a lo mejor quería que Pinky le rapeara a él. Una muchacha gótica entró al MacDonald's agarrada de mano de su novio, tamién gótico.
-Vaya mami, me visto de rockero pa que me hagas caso. Y a tu novio que diga algo, que le rompo la cara.
Ahí decidí que basta de pocaverguenzas, una cosa es el tripeo, otra la falta de respeto. Mi incomodidad ante este ser repulsivo, caló profundo, cuando reflexioné y me di cuenta de que el individuo en cuestión es un reflejo de los nuevos valores que se enseñan en la radio mentecata de este país, entiéndase en la MEGA, SALSOUL y otras emisoras que gente débil de mente y sin capacidad de juicio propio no debería escuchar, por el bien de este país, y programas de TV que son incontables, que hacen que diga con orgullo !YO NO VEO TELEVISION LOCAL! (Lo cierto es que, local o no, yo casi no veo TV, punto). Me dio verguenza ajena, me dio incomodidad con la muchacha gótica, porque yo tambi♪0n tuve mi época de gótico, por qué no, y terminé mi comida lo antes posible, para largarme del lugar. Al salir de MacDonald's el rubio alto todavía le celebraba las pendejadas producto del increíble ocio de este tipo.
A propósito de pocaverguenzas, tengo que decir que jamás había sentido tanta incomodidad, y de tal nivel, como cuando a las 2:37am, el vecino del frente comenzó a tener sexo candente con su jevita. El hombre dejó la luz encendida y la puerta de su balcón abierta, lo que dejaba ver el espectáculo que tomaba lugar en su sala. Yo, que estoy acostumbrado a todo tipo de pornografía posible desde los 14 años de edad, sentí pudor, y quedé irreparablemente marcado, aún cuando creía que ya estaba insensible a ese tipo de estímulos. Tuve que despertar a uno de los roommates, y nos subimos al techo de nuestro edificio, desde donde pudimos ligar mejor a los amantes en plena accón. Sucede que la tipa lo sentó en el sofá y comenzó a practicarle una rica mamada. Se veía su cabello negro largo azotando el espacio hacia arriba y abajo. Después de como quince minutos ejecutando esta acción como toda una maestra, el tipo la levantó en sus brazos, y la sentó en su falda. La diva comenzó a brincar encima de él. Lo extraño de esto es que él no la miraba. Sus ojos estaban clavados en mi roommate y yo, que estábamos en el techo viendo todo claramente. La escena continuó por doce o trece minutos más, cuando él la levantó para ponerla en cuatro, y clavarla por detrás. Debo admitir que me excité muchísimo cuando por fin pude verle el culo al tipo. Lo otro que me excitó fue que semejante barbaridad se me ofreciera en bandeja de plata. Esto sí que nunca me había sucedido. Luego, él volteó su cabeza para ver si todavía mi roommate y yo estábamos mirando. Nos habíamos bajado y estábamos escondidos en la sala, mirando por la ventana a través de nuestro balcón en el segundo piso de nuestro edificio, que es el del frente. El tipo dio cuatro azotes finales y culminóo en un orgasmo que ella saboreóo en su cara, cuando él la volteó violentamente. Miró nuevamente a ver si nos veía. Luego apagó la luz y cerró la puerta del balcón. Extraño a Río Piedras.
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6 comments:
Sabes? Despues de haber leido a tus ensayos todaVIA me quede sonrojiza al encontrar eso.
pero por lo menos lo tengo confirmado que no estas en San Juan mas. Por donde te mudaste?
Quiero todavia tu direccion, pa'contarte todo que ha pasado, a ver si me ayudes un poco con mis ensayitos y cambiar ciertas cosas al espanol.
Y como siempre te saludo, espero que estes bien, te mando un abrazon.
peace
TwennyTwo
Jaja, yo he visto a "Pinky", casi cada vez que voy a Plaza. El tipo literalmente se "rapea" (porque es al ritmo del rap de su cd player) a cuanta empleada de Plaza tenga la desdicha de trabajar en una tienda no resguardada por una puerta real.
eah, yo iba a decir lo mismo... el tipo es un regular, siempe que voy está, y siempre anda con el cd player y se pasa cantando en la guagua. no quiero decir que es un asco, porque el pobre tiene que tener problemas... pero es un asco, pobres chicas...
en cuanto al ofrecimiento en bandeja de plata... que se puede decir? good for him? or for you.
ahora siento celos de no haberme encontrado con Pinky. Happy mudanza, bello!!!!!!!
Hey!! Saludos. Acabo de ver tu blogg y las recomendaciones que me hizo mi amiguita Lechu. Comenzare a leerte avidamente. Saludos.
Ese tipo se la pasa en Plaza a todas horas. Yo siempre me lo encuentro y le huyo... me da miedo.
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