Monday, January 09, 2006

el olor entre las piernas, cap. 64 fireworks

el olor entre las piernas,
cap. 64
fireworks

FIREWORKS Twenty-two points, plus triple-word-score, plus fifty points for using all my letters. Game's over. I'm outta here.

El día de despedida de año, como parte de su proyecto de asimilarme a la Navidad, mi pariente me llevó al K-mart de Juana Díaz. Para sacarle partido a la expedición, le pedí que me llevara por la carretera vieja de Coamo a Juana Díaz. Me complació a regañadientes, pues la carretera está llena de hoyos.

Un poco antes del puente español, hay un bar a mano izquierda a cuya gente les tengo el mal de ojo puesto.

INSTRUCCIONES PARA LLEVAR A CABO UN MAL DE OJO EFECTIVO Y EXITOSO:

El mal de ojo no es otra cosa, según Migene González-Wippler, respetada escritora puertorriqueña de libros de esoterismo, que una concentración del poder personal de la bruja, o el mago, cargado de emociones y deseos negativos, y lanzados hacia una persona o grupo de personas en particular, sin necesidad de tener a la persona de frente.

La última vez que pasé frente a ese bar, un auto atropeyó a un perrito chihuahua. El perrito era adulto, pero aún así era diminuto, y como lo vi con mis propios ojos, le dije a mi pariente que detuviera el auto. Fui corriendo hacia donde él, a tratar de sacarlo de la carretera, para que no viniera otro carro y lo atropeyara más todavía, pues aún estaba vivo. Tenía par de colmillos rotos, que me dolieron meas a mí, pues me acordaron el cuento de Mara Pastor “A 3 dientes”. También me acordaron a Miroku, mi perrito dashund que me cuenta cuentos y me da ideas para mis novelas. Miroku, que siempre ha estado tan obsesionado con las historias que se muerden el rabo, que literalmente se mordió la cola y se la arrancó. Estuvo hospitalizado en Salinas por cuatro días. Anyway, la gente que estaba bebiendo en el bar ni se dignó a venir a socorrer al chihuahua herido, que por cierto, me mordió cuando traté de moverlo de la carretera. Me gritaron que lo dejara ahí, que ese perro se pasaba ladrando y jodiendo de noche.

De camino al K-mart, por la carretera vieja de Coamo a Juana Díaz, justo después del puente español, mi pariente me dice que a mano izquierda siempre hay un viejito sentado que le dice adiós a todo el mundo. Lo llamaré Don Hermenegildo, porque me tripea el nombre. Ese día Don Hermenegildo no estaba allí, y mi pariente me expresó su preocupación de que hubiera muerto.

Seguimos nuestro camino. Un poco más adelante, a mano izquierda hay un letrero verde que dice EL DESCALABRADO. Me pregunto quién se descalabró allí, y cuál fue su historia, porque con los nombres en español, y sobretodo, en Puerto Rico, hay que tener en cuenta que siempre tienen una historia detrás, o millones de ellas. Le pregunté a mi pariente, y me dijo que eso debía ser nuevo, porque no sabía qué era.

Finalmente, me dijo que aunque la carretera estaba jodida, le gustaba pasar por aquí porque le acordaba la época en que su padre los llevaba a todos ellos (a mi pariente y sus cinco hermanos, y a la madre de todos ellos) por esa carretera. Buscaban un lugar a la orilla, ponían una sábana, que me imagino que no era blanca de cuadritos rojos, y pasaban la tarde de los domingos comiendo pollo asado que compraba el papá y bebiendo Coca-Cola, refresco que para aquel tiempo ya había cambiado su composición química a lo que es el deia de hoy.

Ya no se ven familias enteras haciendo picnics a la orilla de la carretera. Ni se ven viejitos alegres diciéndole adiós a todo el que pasa frente a sus casas. Solamente están los realengos atropellados, descomponiéndose ante la vista de todo aquel que tiene ojos para ver, como mismo se descompone el país.

En K-mart, le compré una camisita para el frío a Miroku. Es azul y verde y dice BONE SNATCHER. Creo que pensará que es una camisita muy cool. Conociéndolo, estoy seguro de que le va a gustar. Probablemente me regale un cuento, esta Navidad. Me encantaría que fuera una novela.

Solamente quedaba algo por ver ese día. La despedida de año en Coamo. Mi pariente y yo arrancamos para cada de su hermana, mi cuñada. Estuvimos comiéndonos la mierda hasta las doce, viendo por TV los especiales de Navidad de los canales locales. En uno salió un listado de gente importante que falleció en el 2005, entre ellos Tony Croatto.

-¡Qué guapo era! –casi gritaron mi pariente, mi cuñada y la vecina de ésta al unísono.

Cuando enseñaron a Enrique Laguerre, todos gritaron “Uy, ¡qué cosa fea!”.

Supongo que ahora me doy cuenta de la importancia de Laguerre en nuestra literatura. Escribió unas novelas bajo el impulso de un movimiento literario al que le quedaba poco tiempo de vida, como a todos los movimientos artísticos de aquel tiempo tan lejano para mí. Supongo que eera el apocalipsis de los movimientos, porque ahora lo que tenemos es postmodernidad, que sinceramente todavía no encuentro con qué se come eso. Supongo que Laguerre tenía mucho que decir y pocos oídos, pocos ojos. Eso lo sé ahora, que ya no está. Sin embargo, me reafirmo en que una novela debe tener una misión, pero debe ser entretenida a la misma vez. Nunca se puede perder eso de vista, con nada que sea artístico. Aún así, me pregunto si a mí me pasará lo mismo cuando salgan mis libros, si la gente se hará de oídos y ojos sordos, si las palabras llegarán a su destino, o si todo este gran esfuerzo es en vano.

Una explosión me sacó de mis pensamientos. Salimos todos afuera de la casa, y los vimos. No sabía que esto es tradición en Coamo. A sólo dos minutos del conteo de medianoche, el árabe que vive cerca de casa de mi cuñada comenzó a disparar cohetes al aire. Fireworks dije para dentro de mí. En unos segundos comenzaron a salir cohetes de todas las casas de la urbanización y de todos lados adonde se podía observar en Coamo, cerca y a lo lejos, muchos, muchos cohetes llenando la noche de luciérnagas efímeras, como lo es todo en esta vida. En ese momento, mientras la gente me abrazaba y me decía “¡Felicidades!”, y yo les repetía lo mismo enmimismado y mecánicamente, me perdía en la belleza de los fireworks.

1 comment:

MaReS said...

Me alegro mucho saber que estuviste por mi area: Juana Diaz y mas aun en K-mart, que queda tan cerquita de mi casa. Te dire El Descalabrado era una hacienda de caña de azucar, en estos momentos es un barrio, que precisamente no es muy religioso que digamos. Pero bueno, me alegro mucho que hayas disfrutado de la despedida de año, mirando como explotaban esos "fireworks".
Un abrazo
Mares