Friday, August 19, 2005

El olor entre las piernas, Cap. 46 Musas infernales

El olor entre las piernas
Cap. 46
Musas infernales

Sucede que es cierto lo que dije hace par de columnas atrás sobre la magia. Hay que tener mucho cuidado con ella.

Recuerdo que cuando tomé el taller de ficción narrativa de Mayra, al principio fui con dudas y muchas trabas. Me sentía que no daría pie con bola, que no iba a poder escribir un solo cuento y que iba a terminar dándome de baja de la clase. Yo ya había cogido el equivalente en inglés de ese curso con Loretta Collins y me había ido muy bien. Decidí que era tiempo de someterme a una autoridad más grande que yo, a una fuerza de la naturaleza no controlable con palabras suspiradas en idiomas foráneos, una fuerza llamada Mayra.

A mitad de semestre, todavía no iba por la mitad de mi cuento "Intagible", y ya la cosa se ponía color de hormiga brasilera. Así que pedí.

Hay un dios celta que se llama Taliesin. Eso me lo dijo mi amigo Neil Gaiman, en una de nuestras fabulosas conversaciones, que siempre comienzan, dada mi condición de puertorriqueño paralanchín y la de él, de británico ultrapaciente, en monólogos en los que sólo se escucha mi voz. Un dios celta que se llama Taliesin, a quien hay que tener mucho cuidado de invocar, porque con él, la posibilidad de un backfire está bien latente.

Recuerdo que una noche, frente a la laptop, las palabras llegaron a mí como llegan siempre: Límodin Ghélean Taliesin... y comencé a repetirlas como un suicida desesperado. Inmediatamente quedé dormido. Al despertar, me bañé, me pude ropa y camino a la universidad comenzaron a llegar millones de historias, cuentos, líneas geniales para poemas, poemas enteros... por la tarde ya había compilado los esquemas de los cuentos de mi libro Pandaemonium de doble hélice. No podía creerlo, pero el susto comenzó esa misma noche, cuando no pude dormir nada, porque tuve que seguir escribiendo. Fue una fuerza que casi movía mis dedos por sí sola, como si cientos y cientos de miles de extraterrestres me estuvieran usando como taquígrafo para enviar mensajes de gran importancia, no para la humanidad, sino para mí.

Recuerdo que para ese entonces, Mayra estaba con la cantaleta de que escribir es un oficio, que la inspiración no otra cosa que un mito, etc, etc, etc... Yo todavía le creo, pero el hechizo funciona. Solo que hay que ver que no nos pase como al tipo del volúmen tres de The Sandman, de Neil Gaiman (Dream Nation), que esclaviza a una de las musas griegas que todavía sobreviven, y es castigado por Sandman a tener inspiración perpetua. Al tipo le llegaban tantas ideas a la misma vez que se volvió loco y comenzó a escribirlas en las llemas de sus dedos en una pared, cuando se le acabó la tienta. finalmente, la carne de sus dedos cedió, y con su sangre y el estilo de sus huesos siguió escribiendo hasta que lo internaron, porque las ideas nunca pararon de llegar.

Se me ocurre que hay par de gente así en Río Piedras. A lo mejor los que piden en las luces comenzaron así. O los que duermen en la placita frente a la estación del Tren. Se me ocurre que si no me cuido, me puede pasar a mí, aunque he estado guardando el hechizo para diciembre, porque las energías de fin de año siempre anulan todo hechizo, para que la vida pueda comenzar nuevamente. Supongo que por dos semanas, no puede hacerme demasiado daño. Límodin Ghélean Taliesin... Suenan a que hay tener cuidado.

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