El olor entre las piernas
Cap. 27
To the faithful departed
Aunque nadie se ha muerto en estos momentos, la frase en inglés “to the faithful departed” me viene a la mente. Case in point: este momento en el semestre en que los estudiantes de intercambio se van de la Resi.
Anoche hacía un calor infernal, y mientras buscaba a Mónica entre los espíritus de estudiantes muertos y los pisos medios en los cuales no quería entrar para no perderme, vi a Debra, mi amiga estadounidense, recogiendo sus cosas y llorando. Cuando la conocí este semestre me pareció que era una tomboy diferente a las demás tomboy que he conocido a lo largo de estos tan largos años. Con Debra podía pretender que mi acento es irlandés cuando suena más a australiano, y no sentirme culpable por ello. Con ella, me acostumbre a gritar “Oi!” antes las miradas sorprendidas de los demás personajes de la Resi. No estaba preparado para verla llorar.
En medio de una sauna magnífica, Debra y yo nos abrazamos anoche. Intercambiamos informaciones básicas y nos prometimos no perder contacto, aunque ambos sabemos que las posibilidades de vernos a ver son ínfimas, y sin embargo, la amistad de Debra y la mía no puedo catalogarla como una single service friendship. No es una de esas amistades desechable que se hacen por ahí, en el supermercado, en las filas de los bancos, en los baños públicos… Debra es más que eso, una amiga que nunca había conocido alguien tan freaky como yo, según ella misma me dijo.
Debra se me va, y esto es tan sólo el principio del emptying solitude. Por ahí mismo se me va Juancarlos para Austin, Texas, y poco a poco me voy quedando sin mis escritores, los únicos que siempre me traen de vuelta del camino que conduce a los ESPIRALES, a los remolinos en el océano, al tornado que seguramente me llevará a un Oz muy oscuro y deprimente, donde las brujas son tiranas y la gente pequeña vive oprimida. ¿De qué diablos hablo? ¿Que no es eso Puerto Rico? My wish for this night I’m to last for a lifetime… ya están ahí… los espirales apocalípticos que me sacarán de esta ciudad.
Dios… cómo odio esta época del semestre. Odio despedirme de los que nunca volveré a ver, y de quienes jamás recordaré rostro alguno. Porque en esta ciudad maldita, uno siempre termina por olvidar los rostros, de tus amigos, aquellos que lo fueron hace unos años y ya no lo son, y los rostros de todos los que te has tirado en tu vida, entre otros. Porque jamás volveré a ver a Debra, como nunca volveré a ver a Peter, a Jennifer Ireland, a Abbie, a Marcia Capurso, y a todos los que se han ido y se han llevado algo de mi pellejo… me han sacado onzas enteras de mi corazón haciendo usos metódicos de biopsia contranatura. Porque no es natural que los amigos se separen. No puede ser natural. Así que antes que lleguen los espirales, que están a la vuelta de la esquina, me despido de aquéllos faithful departed, y les deseo un buen viaje, aunque nunca haya tenido oportunidad de averiguar el olor entre sus colectivas piernas.
Thursday, June 02, 2005
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment