Thursday, August 04, 2005

el olor entre las piernas, cap. 41 Los Limbers de Anita García

El olor entre las piernas
Cap. 41
Los Limbers de Anita García

Para compensarme, o recompensarme por los insufribles primeros tres días de trabajo en la bárbara Bárbara, ayer en la noche mi pariente me llevó a comer y al Viejo San Juan. Nos estacionamos frente al Tótem, donde unos niños pequeños jugaban y se bañaban en panties y calzoncillos en la fuente. Pensé dos cosas: Dios mío, que esto sería el paraíso para los pedófilos del patio, y, Díos mío, ¿qué es esto, un país tercermundista de esos que aparecen en los anuncios de UNICEF?". Fue doloroso darme cuenta inmediatamente que sí, Puerto Rico es de Tercer Mundo, aunque siempre me he preguntado qué es el Segundo Mundo, porque nadie habla de él.

Nos Fuimos a caminar, mi pariente y yo. Llegamos a la Escuela de Artes Plásticas, y cogimos por donde está el graffitti que lee así: SRA. RECTORA DE LA E.A.P. (ESCUELA DE ARTES PLÁSTICAS): ESTE SEMESTRE EL ALZA EN LA MATRÍCULA ¡¡NO VA!! Por allí, encontramos un callejón que conducía a La Fortaleza, y no smetimos, para ver si entre las sombras encontrábamos un lugar en el cuál grajearnos y estrujarnos un rato, como pareja de recién casados. Pero tuve que conformarme con que mi marido, que es mucho más pudoroso que yo, agarrara mi meñique con el suyo. Seguimos bajando por la calle oscura, y nos encontramos con una convención de ciclistas pasados de peso y muy sudados, un señor que paseaba su perro boxer, y un muchacho que paseaba su galgo esquimal. Antes de arribar al Hotel El Convento, vi un letrero que leía: LIMBERS DE FRAMBUESA, CREMA Y PARCHA ¡A 50 CENTAVOS! No pude creer mis ojos, y mi pariente, que tenía realmente muchas ganas de compalcerme esa noche, me dijo que fuéramos.

La casa de los limbers quedaba dentro de un pasillo, metida en uno de esos edificios del Viejo San Juan, tan bellos, tan viejos, tan ciudad. Cuando llegamos, había una puerta dividida en dos, con la parte de arriba abierta y un windchime, el cual soné. Mientras escuchaba un "¡Voy!" muy lejano, vi que en el buzón de correo, lo único que había era un tag con el nombre ANITA GARCÍA. No Ana, Anita, como si ella tratara con su nombre de hacer lo que mismo que yo vengo intentando desde hace dos o tres años: regresar a la niñez. Cuando se asomó, era todo lo contrario, una mujer con bolsas en los ojos, arrugas en la frente y raíces en brote. Pero no me importa. Cuando sea grande quiero ser como ella. Cuando sea grande, porque no quiero serlo. Así lo dejo claro en mi poema "Wishes of Peter Pan" (www.cursedwordsofthesamurai.blogspot.com).

Le dije que quería un limber de frambuesa. Mi marido pagó los 50 centavos con mucho entusiasmo. Juro que tardé poco menos de media hora en chuperme el limber, quería que me durara para siempre, que el momento no pasara nunca, y agradecí el que algo como esto no sufriera todavía los estragos del alza en el costo de vida, algo tan puro y tan de la niñez, porque después de todo, es refrescante que algo en tu vida te diga "Sí, no hay problema, sé niño otra vez", luego de llevar siendo adulto desde los 14 años de edad. y PRefiero que sea un limber a bañarme en calzoncillos frente a la fuente del Tótem.

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